HACER HACE / ARTE INTERACTIVO
[VIERNES 7 DE MARZO DE 2008]
Hacer hace que creamos
Siempre cabe la posibilidad de saltar al abismo. Ya se dijo que hay más de cien formas de realizar un mismo acto, me consta que hay una sola para olvidarlo: el sometimiento estricto a las normas culturales. Somos seres ordinarios, mirémonos al andar por la calle como trapos sucios, arrastrándonos, perdiendo de vista la posibilidad de trascender en cada acto. Uno va de paseo por la tierra, temblando entre seres presuntuosos e inseguros, imaginando diez formas de sacarle un susto a la vecina de la mente sana o de colarse por la falda de aquella colegiala que todos los días toma el camión a la seis. Nada de esto sucede “en realidad” y precisamente ahí yace la tragedia de lo humano.
Todos fuimos malparidos. Este cuerpo sirve para poco, es una ley inquebrantable, la forma más común de fracasar. El anarquismo nos ha traído dos conceptos que no han sido explorados como se amerita: la acción directa y el do it yourself. La alternativa de comunicarnos a través de la obra, de transformarnos en ella, de penetrar en la mente de alguien más entra en ese terreno infecundo, ya casi seco, poco por poco paraíso, que es lo extraordinario.
Hacer hace que transgredamos las fronteras. Hacer hace que nos olvidemos por un rato que mañana tempranito prepararemos café, llegaremos quince minutos tarde a la oficina y perderemos nuestro tiempo siendo nosotros, seres inocentes, condenados desde un principio por un mundo creado alrededor de un orden teatral que por criterios de codicia y vanidad se ha quedado muy lejos de alcanzar su verdadero potencial. Hacer hace que creamos.
Siempre cabe la posibilidad de saltar al abismo. Ya se dijo que hay más de cien formas de realizar un mismo acto, me consta que hay una sola para olvidarlo: el sometimiento estricto a las normas culturales. Somos seres ordinarios, mirémonos al andar por la calle como trapos sucios, arrastrándonos, perdiendo de vista la posibilidad de trascender en cada acto. Uno va de paseo por la tierra, temblando entre seres presuntuosos e inseguros, imaginando diez formas de sacarle un susto a la vecina de la mente sana o de colarse por la falda de aquella colegiala que todos los días toma el camión a la seis. Nada de esto sucede “en realidad” y precisamente ahí yace la tragedia de lo humano.
Todos fuimos malparidos. Este cuerpo sirve para poco, es una ley inquebrantable, la forma más común de fracasar. El anarquismo nos ha traído dos conceptos que no han sido explorados como se amerita: la acción directa y el do it yourself. La alternativa de comunicarnos a través de la obra, de transformarnos en ella, de penetrar en la mente de alguien más entra en ese terreno infecundo, ya casi seco, poco por poco paraíso, que es lo extraordinario.
Hacer hace que transgredamos las fronteras. Hacer hace que nos olvidemos por un rato que mañana tempranito prepararemos café, llegaremos quince minutos tarde a la oficina y perderemos nuestro tiempo siendo nosotros, seres inocentes, condenados desde un principio por un mundo creado alrededor de un orden teatral que por criterios de codicia y vanidad se ha quedado muy lejos de alcanzar su verdadero potencial. Hacer hace que creamos.
Joaquín Peón
PATROCINADORES:
ESCUELA SUPERIOR DE ARTES DE YUCATÁN (ESAY)
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